Orgullosos de nuestra fe

† Francisco Cerro Chaves

Arzobispo de Toledo y Primado de España

Queridos diocesanos: un año más presentamos esta memoria de actividades de nuestra Iglesia diocesana de Toledo; una Iglesia que está siendo bendecida con realidades que la enriquecen y rejuvenecen.

Miramos con gratitud, en este año, a los más de dos mil jóvenes que han peregrinado a Lisboa para participar en la JMJ, con ellos nos sentimos llamados e impulsados a ponernos en camino y recorrer nuestra diócesis, especialmente queremos ir a aquellos lugares que están más necesitados de la alegría del evangelio.

La Iglesia que camina en Toledo siente un sano orgullo del trabajo que muchos hermanos nuestros realizan cada día. Quiero, al presentar esta memoria, reconocer a todas las personas que con su vida de fe, alimentada por la celebración de los sacramentos y la lectura de la Palabra de Dios, dan testimonio del gozo de ser cristianos en las diversas actividades de nuestras parroquias y de nuestra sociedad: atención a los más débiles, cuidado de los ancianos, tiempo dedicado a la evangelización del mundo de la cultura, presencia cristiana en la escuela pública, testimonio de vida de fe en las diversas realidades que construyen nuestra sociedad.

Nuestra Iglesia, como podréis ver en la memoria, está presente en todas las parroquias; y hace una apuesta por la presencia de sacerdotes en aquellos pueblos que se han dado en llamar «España abandonada»; agradezcamos a estos sacerdotes que día a día comparten en sus pequeñas comunidades la vida y la fe en el Señor Jesús.

La diócesis ama y acoge a los más débiles a través de Cáritas, la Delegación de Migraciones, la continuidad de proyectos en favor de la vida y de las mujeres. Hay una riqueza de iniciativas, muchas veces pioneras, que quieren ser una respuesta con fe y corazón a las situaciones y dificultades que atraviesan las personas y las familias en el momento actual.

Un reto para nuestra sociedad es la formación humana y cristiana de las jóvenes generaciones. La presencia de nuestra Iglesia en la escuela de ideario: colegios diocesanos y escuelas católicas; en las clases de religión en los centros públicos, además de ser la respuesta al derecho que los padres tienen de educar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones, es un testimonio vivo de la vitalidad y entrega de nuestras comunidades cristianas. En este campo de la formación humana y cristiana, es necesario reconocer con orgullo la rica variedad de actividades de ocio y tiempo libre, que ayudan para una sana formación de los más jóvenes: campamentos parroquiales, arciprestales y de grupos apostólicos; convivencias, diversas iniciativas que cuidan el arte y la música cristiana.

Quiero recoger en estas palabras la sana alegría que es para toda nuestra diócesis la vitalidad de nuestro seminario, que está siendo bendecido con nuevas vocaciones; confiamos que el Señor siga enviando obreros a su mies. Nos sentimos orgullosos de formar parte de nuestra Iglesia diocesana, colaboramos con nuestras oraciones, con los diversos servicios y ministerios que cada uno ofrece a las comunidades parroquiales y con las generosas aportaciones económicas. Queremos seguir haciendo el bien y gastar nuestras vidas por el evangelio, alegres por formar parte de esta familia de los hijos de Dios. Sigamos ayudando a nuestra Iglesia diocesana para que pueda seguir llevando la esperanza y
la alegría de la fe a nuestros hermanos.

Con mi gratitud y bendición.

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