Orgullosos de nuestra fe

† Rafael Zornoza Boy

Obispo de Cádiz y Ceuta

Queridos amigos: el Día de la Iglesia Diocesana nos permite mirar a nuestra casa más cercana, nuestro hogar donde constantemente nos encontramos para celebrar nuestra fe y vivir con fraternidad evangélica.

 

Ahí están nuestras queridas parroquias y comunidades, unidas fuertemente como una diócesis. A la vista de todos está lo que somos, lo que vivimos y lo que hacemos con nuestro tiempo y nuestros bienes. ¡Qué alegría participar de esta familia de puertas abiertas, siempre acogedora, donde voluntariamente nos servimos unos a otros haciendo comunidad! Demos gracias a Dios por ello, pues él mismo nos une y nos estimula a la entrega con un corazón universal, pendiente de todos.

Sentimos que aquel pequeño grupo que Jesús reunió al comienzo en torno a sí y que no ha dejado de crecer a lo largo de los siglos y las generaciones es como el germen, inicio, anticipo y también la garantía de la realización última del plan pensado desde siempre por Dios, que ciertamente tendrá su culminación al final de los tiempos. De ahí que la Iglesia pueda ser definida como sacramento, signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano (cf. Lumen gentium, 1). En la Iglesia que «peregrina» por este mundo nadie puede buscar su propio interés, sino siempre ha de mirar por el interés de los demás (cf. 1 Corintios 13,5). En esta solidaridad se funda la comunión de los santos, uno vínculo tal que ni la misma muerte lo puede vencer.

Todo esto debe ser un motivo para animarnos a ser miembros activos de nuestra comunidad, para intentar lograr entre todos, con la ayuda de Dios, un mundo mejor, solidario y frater-
no, que vive en paz cuidando la casa común y el interés por el bien de los demás. Esta importante misión evangelizadora sólo podemos llevarla a cabo como comunidad unida en la
fe, sintiéndonos parte integrante y principal de la Iglesia y, por tanto, de nuestra diócesis.

Podemos estar satisfechos de las iniciativas y actividades que desarrollan las parroquias, las numerosas hermandades y cofradías, asociaciones, agrupaciones y grupos de fieles, colaborando activamente en la evangelización, en la caridad, haciendo el bien. Haciéndonos presentes donde existe necesidad nos hacemos testigos de Cristo. Precisamente en estos tiempos difíciles vemos crecer el número de las familias, la atención a migrantes y necesitados, aunque debemos intensificar nuestra presencia y colaboración para mantener
y acrecentar los proyectos y obras que están en marcha, en nuestras parroquias, Cáritas diocesanas de Cádiz y de Ceuta, la fundación Tierra de Todos, y otras tantas iniciativas. Por lo conseguido y por todo lo que está por hacer, debemos agradecer a Dios nuestra fe y vivir la Iglesia como esa familia querida en la que con gusto aportamos lo que somos y tenemos.

Gracias por vuestra presencia y colaboración.

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