Gracias por tanto

† Demetrio Fernández González

Celebramos en este domingo 6 de noviembre el Día de la Iglesia Diocesana, un día para que los fieles fortalezcamos  nuestro sentimiento de pertenencia a la porción del pueblo  de Dios que peregrina en Córdoba, con la plena esperanza en la vida eterna y para llevar la esperanza que brota de Jesús resuci tado a todos aquellos que la necesitan, a los más desfavorecidos  de nuestra sociedad.

Todos los católicos formamos parte de la Iglesia insertados por  medio del bautismo, formando una comunidad de fe, esperanza  y caridad, la familia de los hijos de Dios. Y vivimos nuestra fe  personal en la comunidad. 

Como católicos, debemos contribuir a fortalecer nuestra comu nidad cristiana, nuestra parroquia y nuestra diócesis. Nuestra  aportación es fundamental y redunda en beneficio de todos, me diante el cumplimiento de los fines de la Iglesia. 

Cómo ofrecernos en nuestras parroquias como miembros de  nuestra Iglesia es una pregunta con múltiples respuestas y posi bilidades, pero siempre habrá una para cada uno de nosotros.  Porque haremos, simplemente, lo que hacemos en nuestra propia  casa, en nuestra familia doméstica, pero convirtiendo nuestra  parroquia en nuestra otra casa, nuestra otra familia. ¿Qué po demos hacer? En primer lugar, ofrecer nuestra oración, rezar  por ella, por sus sacerdotes, por sus niños, por sus mayores, sus  catequistas, voluntarios y animadores de la vida parroquial; a  través de todos ellos nos llega el mensaje de salvación de Jesús. En segundo lugar, podemos ofrecerle nuestro tiempo. ¡Qué mejor  manera que implicarnos y dedicarle nuestro tiempo a nuestra  otra casa! Seamos voluntarios en aquello en lo que podamos colaborar, en la cáritas parroquial, en la catequesis, en las tareas  administrativas o económicas de la parroquia, tan importantes  para dar un gran ejemplo de transparencia. Por eso, en tercer lugar, podemos ofrecer nuestras cualidades, devolviendo al Señor  esos dones que Él nos ha dado, usándolos para el bien común. 

Pero no podemos olvidar otro aspecto, pues las necesidades que  existen en estos difíciles tiempos son muchas; como muchas son las familias nece sitadas; nuestras parroquias  necesitan nuestra colabora ción, sí, pero también nues tra ayuda material; la parro quia, nuestra casa, soporta  gastos imprescindibles, debe  sustentar a nuestro párroco,  se vuelca en la ayuda de los  necesitados, debe asumir el  coste de los suministros y las reformas necesarias para poder atender mejor a los fieles, para  poder vivir plenamente nuestra vida comunitaria y sacramental. 

Agradezcamos a Dios el habernos llamado a su santa Iglesia en  nuestra diócesis de Córdoba, que está muy viva gracias a vues tra contribución. Gracias, queridos fieles diocesanos, por sentir  la diócesis como vuestra, por sentiros miembros activos de la  Iglesia. Que Dios os bendiga siempre. 

Con el afecto de vuestro obispo. 

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