Orgullosos de nuestra fe

† Demetrio Fernández González

Obispo de Córdoba

Celebramos en este domingo, 12 de noviembre, el Día de la Iglesia Diocesana; un día para que los fieles fortalezcamos nuestro sentimiento de pertenencia a la porción del pueblo de Dios que peregrina en Córdoba, con la plena esperanza en la vida eterna y para llevar la esperanza que brota de Jesús resucitado a todos aquellos que la necesitan, a los más desfavo-
recidos de nuestra sociedad.

Todos los católicos formamos parte de la Iglesia insertados por medio del bautismo, formando una comunidad de fe, esperanza y caridad, la familia de los hijos de Dios. Y vivimos nuestra fe personal en la comunidad. Este día nos ofrece una oportunidad inmejorable para reforzar el sentimiento de pertenencia a nuestra Iglesia.

Como católicos, debemos contribuir a fortalecer nuestra comunidad cristiana, nuestra parroquia y nuestra diócesis. Nuestra aportación es fundamental y redunda en beneficio de todos, mediante el cumplimiento de los fines de la Iglesia.

Cómo ofrecernos en nuestras parroquias como miembros de nuestra Iglesia es una pregunta con múltiples respuestas; siem-
pre habrá una para cada uno de nosotros. Porque haremos, simplemente, lo que hacemos en nuestra familia doméstica, siendo nuestra parroquia nuestra otra casa, nuestra otra fami-lia. ¿Qué podemos hacer? En primer lugar, ofrecer nuestra oración, rezar por ella, por sus sacerdotes, por sus niños, por sus mayores, sus catequistas, voluntarios y animadores de la vida parroquial; a través de ellos nos llega el mensaje de salvación de Jesús. En segundo lugar, podemos ofrecerle nuestro tiempo. ¡Qué mejor manera que implicarnos y dedicarle nuestro tiempo a nuestra otra casa! Podemos ser voluntarios en aquello en lo que podamos colaborar, en la Cáritas parroquial, en la catequesis, en las tareas administrativas o
económicas de la parroquia, tan importantes para dar un gran ejemplo de transparencia. Por eso, ofrezcamos nuestras cualidades, devolviendo al Señor esos dones que él nos ha
dado, usándolos para el bien común.

No podemos olvidar otro aspecto; las necesidades que existen en estos tiempos son muchas; y muchas son las personas necesitadas; nuestras parroquias necesitan nuestra colaboración, sí, pero también nuestra colaboración material; la parroquia soporta gastos imprescindibles, sustenta a nuestro párroco, ayuda a los necesitados, asume el coste de los suministros y las reformas necesarias para poder atender mejor a los fieles y vivir plenamente nuestra vida sacramental.

Agradezcamos a Dios el habernos llamado a su santa Iglesia en nuestra diócesis de Córdoba, que está muy viva gracias a vuestra contribución. Tengamos el convencimiento de que
construir el reino de Dios en la tierra es una misión que merece la pena. Gracias, queridos fieles diocesanos, por sentir la diócesis como vuestra, por sentiros miembros activos de la Iglesia. Que Dios os bendiga siempre.

Con el afecto de vuestro obispo.

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