Orgullosos de nuestra fe

† Vicente Ribas Prats

Obispo de Ibiza y Formentera

La celebración del Día de la Iglesia Diocesana se enmarca en medio de las dos sesiones finales del Sínodo de los Obispos.

Habrá que esperar al documento final, a través del cual el papa Francisco, recogiendo todo el ingente trabajo realizado durante estos años en las distintas fases, se pronuncie con su voz autorizada y profética sobre el camino que de manera común hemos de recorrer los creyentes en Cristo y que formamos el pueblo de Dios, la Iglesia que Jesús quiso y que los apóstoles a impulso y con la guía del Espíritu Santo fueron dando forma en cada pueblo o región, en medio de culturas y sensibilidades diversas, anunciando, junto a otras creencias y religiones distintas, que Jesús es el Señor.

La expresión «Jesús es el Señor» tan querida para la Iglesia apostólica y para la Iglesia de ayer, de hoy y de siempre, nos sigue recordando que la Iglesia es de Jesucristo y que nosotros somos quienes hemos recibido la misión de conservarla, custodiarla, expandirla y protegerla.

Y es la Iglesia la que, por medio del sucesor de Pedro, ha convocado a todos sus miembros a este Sínodo de la «sinodalidad». La sinodalidad quiere, ante todo, fortalecer la fe de los cristianos para que volvamos con una renovada fidelidad a la tarea misionera de la Iglesia, para que no perdamos el ánimo ante las dificultades que debe afrontar la evangelización, para
que vivamos con mayor coherencia las exigencias de nuestra vocación, con el fin de proclamar, celebrar y testimoniar a Jesucristo en el tiempo presente y futuro. Al volver el ser humano la mirada hacia Cristo, descubre de inmediato que Dios no sólo está hablando al hombre y a la mujer en su Hijo único, sino que lo busca o, mejor todavía, que sale a su encuentro en el
camino para recorrerlo juntos.

Este Sínodo ha vuelto a presentarnos a todos la vida cristiana con autenticidad, de forma comprometida, orientada y dirigida por el Evangelio, para alcanzar un único propósito: descubrir la grandeza de Dios y vivir la plenitud del amor junto a otros hombre y mujeres (creyentes en Jesucristo o pertenecientes a otras formas religiosas o, simplemente, hombres y mujeres de buena voluntad) en la experiencia fundamental del misterio de la Trinidad.

El Día de la Iglesia Diocesana de este año 2023, en medio de estas dos sesiones finales del Sínodo de los Obispos, nos recuerda que Cristo está interpelando a quienes tienen el cora-
zón inquieto. Jesucristo es y será siempre la raíz de un nuevo modelo de humanidad, basado en el conocimiento profundo del ser humano, en la armonía con todo lo que nos rodea, y
en la íntima experiencia de saberse parte de un universo en continuo diálogo que está esperando participación de cada uno de nosotros a través una forma concreta de entender la
vida y vivirla: el amor.

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