Orgullosos de nuestra fe

† Sebastián Chico Martínez

Obispo de Jaén

Queridos diocesanos: los cristianos compartimos un sentimiento, el de pertenencia.

En nuestro caso, el de pertenencia a la comunidad cristiana, que, no solo nos hace tomar conciencia de que formamos parte de la Iglesia que fundó Jesucristo, sino que nuestra parti-
cipación proactiva y comprometida con nuestra fe nos convierte en corresponsables con la misión evangélica, en nuestro tiempo y con nuestra gente; a la vez que herederos y semillas del reino que otros recibirán.

Ese sentimiento cobra una relevancia especial en este Día de la Iglesia Diocesana. Una jornada que nos recuerda nuestro compromiso vital con nuestra comunidad particular, nuestra
parroquia, y también con la comunidad diocesana a la que pertenecemos. En definitiva, con la universalidad de la Iglesia católica, que tiene como misión anunciar la buena nueva.

Sois muchos los hombres y mujeres comprometidos firmemente con nuestra Iglesia, que entregáis lo recibido a manos llenas. Lo hacéis regalando vuestro tiempo y vuestra oración, y, también, poniendo al servicio de la comunidad vuestros dones. De igual manera, sois muchos los jiennenses que os sentís corresponsables con el Evangelio y esa implicación se traduce en un apoyo económico a la comunidad, sin el cual muchos de los proyectos que se emprenden no podrían llevarse a cabo. Esa colaboración la lleváis a cabo por convencimiento personal, movidos por el Espíritu que os impulsa a la transformación de nuestro mundo en uno más justo y equitativo, movido por la caridad y la misericordia.

En esta jornada de la Iglesia diocesana subrayamos, de una manera especial, que es en el compartir donde Jesús se hace presente y nos impulsa al cambio. Lo particular nos debe hacer sentirnos más universales. Esa pertenencia a la vida de nuestras parroquias nos debe llevar a ser partícipes del latido del corazón de Cristo resucitado en medio de la Iglesia, que nos mueve y nos estimula.

Ser Iglesia viva nos lleva a mostrar orgullosos lo que somos, lo que sentimos y de qué manera lo vivimos, desde nuestra realidad personal. Ser cristianos comprometidos debe ser un reflejo en nuestros ambientes familiares, parroquiales, laborales, académicos, vecinales y vitales. Debe ser por lo que se nos reconozca y algo que marque nuestra esencia personal.
Porque nuestro «ser cristiano» es una forma de vivir y sentir, de saber que el reino de Dios se comienza en la tierra con pequeños gestos que se conviertan en semillas de eternidad.

En este Día de la Iglesia Diocesana rogamos al Señor que nos haga, como a los primeros cristianos, conscientes de que pertenecemos al proyecto de Dios en la tierra y que nos lleve a un compromiso fiel con nuestras comunidades parroquiales, y por tanto, con nuestra diócesis, dejando en la construcción del reino lo mejor de nosotros mismos. Que la Virgen María nos ayude a decir un «sí» sin ambages a la responsabilidad con el Evangelio a través de nuestras comunidades.

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