La Iglesia es la familia de todos

† Abilio Martínez Varea

Queridos hermanos:


El domingo 8 de noviembre celebramos el Día de la Iglesia Diocesana. Este año se hace hincapié en que la Iglesia es la familia de todos. La propia liturgia llama a la Iglesia “familia santa” y pide a Dios Padre que “atienda los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia”. Familia e Iglesia están estrechamente unidas, como lo recuerda el Papa Francisco: “la Iglesia es una familia espiritual y la familia es una pequeña iglesia […], podríamos decir que son dos lugares donde se realiza esa comunión de amor que encuentra su fuente última en el mismo Dios” (Roma, 08/09/2015).

Si la Iglesia Universal es considerada una familia, también lo es la Diócesis, ya que se trata de una porción del Pueblo de Dios en la que está presente y actúa toda la Iglesia de Cristo. La familia está formada por cada uno de sus miembros, y si falta uno de ellos, por simple que esto parezca, el resto de la familia se resiente. Esta situación la podemos aplicar directamente a nuestra Diócesis en estos momentos que estamos viviendo: muchos de los que han sufrido la pandemia de la COVID-19 han sido personas mayores, débiles y vulnerables que nos han abandonado. El hueco que deja cada uno es una ausencia que nos causa hondo dolor y tristeza.

El lema de este año es: “Somos lo que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo. Con tu tiempo, tus cualidades, tu apoyo económico y tu oración. Somos Iglesia 24/7”. Este lema nos ayuda a profundizar en nuestro sentido de pertenencia y participación en nuestra Iglesia Diocesana. Son momentos duros pero la labor de la Iglesia no se detiene: nuestras manos son las manos de la Iglesia en acción; nuestra oración es la oración de la Iglesia por quienes más sufren; nuestras acciones solidarias son la compañía y la ayuda económica que ofrece la Iglesia a aquellos que más lo necesitan.

¡Cómo hemos de valorar y apreciar nuestra condición de diocesanos, miembros de esta familia espiritual de Osma-Soria! Los lazos que nos unen y que surgieron en el bautismo no son los lazos de sangre, sino que son unos lazos aún más fuertes. Son los lazos que nos da el sabernos hijos de un mismo Padre. De esta manera, si la Diócesis la formamos todos, darla a conocer nos corresponde a todos. Amarla nos corresponde a todos. Y, por supuesto, colaborar en su sostenimiento es también cosa de todos.

He podido comprobar, de primera mano, el gran compromiso de la Iglesia soriana con aquellas personas más necesitadas. La Cáritas Diocesana y las parroquiales, así como el Fondo diocesano de solidaridad son una muestra más de todo lo que nuestra Diócesis hace por aquellos sorianos que más lo necesitan en estos momentos de dificultad. Y esta acción solidaria puede llevarse a cabo gracias a la ayuda de todos. Por eso, queridos diocesanos, os doy las gracias. Gracias por vuestra generosidad económica, por vuestra entrega personal, por vuestro compromiso con los más necesitados… Nuestro Padre que ve en lo secreto os lo recompensará. Y además os quiero pedir que os sintáis orgullosos de vuestra pertenencia a esta Iglesia particular que peregrina en Osma-Soria. Una Iglesia rica en tradiciones, en historia, en valores y en virtudes que la han hecho grande.

A la Virgen, nuestra Madre, nos encomendamos y ponemos a toda la Diócesis bajo su amparo y protección. 

Con mi afecto y bendición,

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