La alegría de ser cristiano

† Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

"Demos gracias a Dios por los dones recibidos en su Iglesia. Saberse personalmente amados para siempre por Dios es la fuente de la alegría cristiana. Es la experiencia que
funda y da consistencia a la existencia de todo cristiano."

 
 

Un año más celebramos el Día de Iglesia Diocesana. Esta jornada quiere ayudar a todos los católicos a tomar conciencia de nuestra pertenencia a una Iglesia diocesana, en nuestro caso a la diócesis de Segorbe-Castellón, para conocerla, sentirla y amarla como propia, y para vivir con alegría nuestra condición de cristianos y corresponsabilizarnos en su vida
y en su misión evangelizadora.

Nuestra Iglesia diocesana no es un territorio o un conjunto de servicios o una organización humana con fines religiosos. Nuestra Iglesia diocesana es una porción del pueblo de Dios, extendido por toda la tierra. Está formada por hombres y mujeres, los bautizados, pero tiene su origen en Dios mismo. Como la misma palabra ‘Iglesia’ indica, es la asamblea, la comuni-
dad, convocada por Dios. Tiene su origen en Dios; somos su pueblo, elegido por Dios para continuar y hacer presente en medio del mundo la obra de salvación de Cristo.

Por el bautismo, renacemos a la vida de Dios. Dios mismo nos hace sus hijos amados en Cristo y nos incorpora a estesu pueblo, a esta gran familia de los hijos de Dios. Ningún cristiano católico puede considerarse ajeno a la gran familia de la Iglesia diocesana: es nuestra Iglesia y nuestra familia, y como tal la debemos conocer, amar, sentir y ayudar. La Iglesia diocesana la formamos todos los católicos que vivimos en el territorio diocesano. En ella se hace presente la única Iglesia de Cristo, se comunica la vida divina al hombre y experimentamos el misterio del amor de Dios. En esta Iglesia nacemos a la fe, proclamamos la Palabra de Dios, celebramos los sacramentos y vivimos la caridad con todos, es especial con los más pobres y necesitados. En ella actúa el amor de Dios como fermento de la sociedad para que se vaya instaurando el reino de Dios y todo se vaya transformando y humanizando según Dios. Desde ella hemos de salir para llevar el Evangelio y el amor de Dios a todos.

Demos gracias a Dios por los dones recibidos en su Iglesia. Saberse personalmente amados para siempre por Dios es la fuente de la alegría cristiana. Es la experiencia que funda y da
consistencia a la existencia de todo cristiano. Quien vive con alegría el saberse amado infinitamente por Dios no lo puede ocultar ni callar. Lo anuncia a todos porque todos están llama-
dos a ser amados por Dios. Hoy no es fácil vivir y mostrar a otros la alegría de ser cristiano en un ambiente de cancelación de lo cristiano, de indiferencia religiosa y de alejamiento de la
fe y la práctica religiosa. En esta situación pedimos a Dios que nos conceda la gracia de vivir y mostrar nuestra condición de cristianos y miembros vivos de la Iglesia diocesana, con ale-
gría, con humildad, pero sin vergüenza. Ayudemos a nuestra Iglesia, también con nuestro dinero.

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