Gracias por tanto
† Juan Carlos Elizalde Espinal
Obispo de Vitoria
Queridos fieles diocesanos, Bakea eta Ona! Iniciábamos este curso pastoral con la mirada puesta en Estíbaliz, patrona de la dióce- sis. Despedíamos con dolor y agradecimiento a los tres últimos |
monjes benedictinos a la vez que anunciábamos con alegría la llegada de una nueva comunidad al Santuario. El próximo 6 de mayo será el centenario de la Coronación canónica de la Virgen de Estíbaliz. Así que estos meses de preparación para vivir el Año Jubilar, serán una oportuni- dad de renovar la devoción a la Virgen de Estíbaliz, de revitalizar nues- tras comunidades en torno a ella y de refrescar nuestra pertenencia a la Iglesia local de la que ella es la patrona. Este acontecimiento, sin duda, tendrá unas repercusiones muy grandes en las vocaciones sacerdotales, de vida consagrada y de familia.
También nos centrábamos al inicio de este curso en el tiempo de la crea- ción para concienciarnos de la necesidad de promover actitudes respe- tuosas con el planeta. Siguiendo la Línea III del actual Plan Diócesano de Evangelización y apoyándonos en la carta apostólica Desiderio deside- ravi del papa Francisco, celebrábamos las jornadas de inicio de curso centradas en la vivencia y en la celebración de la fe. La liturgia es la fuente de la vida de la Iglesia y seguiremos trabajando por zonas pas- torales, comunidades y parroquias, este tema vital a lo largo del curso. Solo podemos caminar juntos si celebramos en comunión.
Como importante novedad, echó a andar el Consejo de Gobierno de la Diócesis de Vitoria con la participación de tres mujeres, un laico y los vi- carios episcopales. Su finalidad, asesorar al obispo en aquellas cuestiones que afecten a la vida de esta Iglesia, respetando la naturaleza y funciones de los otros consejos y oficios diocesanos.
Volvimos también con mucha emoción a peregrinar a la gruta de Lour- des, tras más de tres años sin poder hacerlo, con enfermos, mayores y personas con discapacidad. Tras los años duros de pandemia, delega- ciones episcopales, servicios diocesanos, colegios, comunidades, orga- nismos, parroquias y seminarios hemos empezado el curso con impulso, esperanza y ánimo, por el camino de la renovación y remodelación de la diócesis.
El Sínodo nos ha marcado una hoja de ruta donde todos cabemos, nos necesitamos y nos hacemos corresponsables del presente y futuro de nuestra Iglesia. El proceso sinodal entra en una nueva etapa. El Docu- mento para la etapa continental, es “devuelto” a las Iglesias particulares con una invitación a expresar las resonancias que suscita, desde nues- tra experiencia e identidad como Iglesia local, llamada a encarnar el Evangelio de Cristo en un lugar. «Perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones» (Hch 2, 42).
En la fidelidad a estas realidades nos jugamos la creatividad y la fecun- didad de la vida diocesana. Este es un cauce amplio. ¡Seguimos cami- nando juntos!
La especial predilección por los más vulnerables y necesitados sigue sien- do el hilo conductor del Evangelio de Jesús y de la pastoral de la diócesis. Cáritas, Berakah, Jeiki, Manos Unidas, Misiones Diocesanas y otras rea- lidades son opciones de servicio a los últimos, que siguen acogiendo con enorme agradecimiento a los nuevos voluntarios en este año.
Queremos seguir cuidando y fortaleciendo las dos franjas más des- cartadas de la sociedad, como dice el papa Francisco: los jóvenes y los mayores. Ponerles en contacto asegura su enriquecimiento mutuo. Y pastoralmente, solo el agradecimiento del pasado abre un futuro es- peranzador. En la diócesis, agradecer a nuestros mayores –sacerdotes, personas consagradas y familias– es garantía de niños, adolescentes y jóvenes que pueden recoger ese testigo. Su oración, su consejo cercano, el ofrecimiento de su ancianidad y achaques, son las fuentes inagotables de la vida cristiana en la diócesis porque son fuentes que se alimentan del Señor.
Mi agradecimiento y bendición. Agur besarkada bat!