Gracias por tanto
† Fernando Valera Sánchez
Obispo de Zamora
El Día de la Iglesia Diocesana es una oportunidad para sentirnos, más que nunca, parte de la historia de nuestra madre, la Iglesia; para redescubrir y reconocer la acción del Espíritu Santo en ella; para dejarnos seducir de nuevo por el misterio apasionante de Jesús, el Cristo, el misterio del amor hecho carne en el que resuena la acción de gracias al Padre por haber revelado estas cosas a los pobres y sencillos. Nos unimos a esta acción de gracias POR TANTO que cons- tituye nuestra vida, la sostiene y la impulsa hacia los cami- nos de la nueva evangelización en sinodalidad, caminando y construyendo juntos con todos esos dones que recibimos del buen Dios.
¡Gracias POR TANTO! Es una invitación a reconocer la his- toria de nuestra Iglesia diocesana. La sinodalidad es una mi- rada al pasado que se proyecta hacia el futuro como fruto de la comunión eclesial. Gracias por tanta bondad, verdad y belleza.
¡Gracias POR TANTO! Es un despertar al presente. Un abrir los ojos para mirar al estilo de Jesús la realidad, para descu- brir la gracia y las heridas del hombre de hoy expresada por la conmoción del buen samaritano. Las llagas santas.
¡Gracias POR TANTO! Es propuesta de una Iglesia que mues- tra a nuestro mundo la credibilidad de la fe, la fuerza de la esperanza y el testimonio del amor. Una oportunidad de cons- truir el hombre interior.
¡Gracias POR TANTO! Es un canto constante de alabanza al Dios creador, redentor y salvador, pero es también un canto a sus criaturas y a la creación. Alabanza y adoración que fructifican en el compartir, en la solidaridad y el cuidado de lo creado.
¡Gracias POR TANTO! Es el ejercicio de la caridad, de la acogida, del perdón, de la entrega. Es vibrar con tantos sufrimientos en los que vive inmersa nuestra humanidad. Una humanidad desgarrada y perdida, pobre y sedienta de amor.
¡Gracias POR TANTO! Es sa- berse amado y en la escuela del amor, realidad tangible y verdad concreta en el con- tacto con Dios, en la permanencia de su amor, en el contacto con el hermano y en el sos- tenimiento de la comunidad que trabaja por la construcción del reino en el seno de la historia.
¡Gracias POR TANTO! Es un gracias a Dios por ti y por mí, por el nosotros eclesial, por la vocación y la misión encomendada, por esta nueva evangelización a la que la Iglesia nos convoca en la alegría conscientes de que, sin Dios, no podemos nada. Así diría san Francisco de Asís cercano al encuentro definitivo con Dios: comencemos hermanos, a servir al Señor, porque hasta ahora, poco o nada hemos hecho.