Desde que sobrevino la crisis económica en nuestro país, y con las dificultades añadidas de que los recursos públicos no siempre llegan a todos, para muchos españoles Cáritas se ha convertido en un miembro más de sus familias. Dentro de los diferentes proyectos que promueve esta institución destinados a la mujer en riesgo social se encuentran los Centros de Día de Mujer, un lugar integrador donde se ofrece a las mujeres más vulnerables y con diferentes problemas un apoyo personal y una atención especializada.
Uno de estos centros de día es el que se encuentra en pleno centro de Madrid, donde llegan mujeres vulnerables, bien sea por su escasa formación, nulos ingresos o precariedad familiar, aunque también lo hacen mujeres con enfermedades mentales, problemas de soledad o maltrato e incluso adicciones.
Según Eva Contreras, coordinadora del Área de Mujer y Obras Sociales de Cáritas Madrid, este centro ofrece un acompañamiento muy específico a situaciones individualizadas. «Se trata de que el tiempo que pasen aquí tengan una vida lo más normalizada posible», señala. «Tener un lugar donde acudir durante el día genera ilusión, y es el motor para levantarse de la cama, asearse, vestirse, ponerse en movimiento», añade.
A partir de ahí, el centro es un medio para que vayan afrontando problemas, como superar la brecha digital y formativa, desarrollar habilidades laborales, etc.
Mercedes Escalona, trabajadora social y responsable del proyecto, se encarga de la gestión completa del centro, además de informar y acompañar a las mujeres que acuden allí buscando soluciones realistas y permanentes a sus problemas. Temas como información y gestión de pensiones, rentas mínimas, derechos por discapacidad, etc. son cuestiones necesarias para que estas personas puedan tener, en muchos casos por primera vez, una vida digna.
Mercedes cuenta que muchas de ellas llegan «anuladas, deprimidas, sin ganas de hablar, sin ganas de apuntarse a ninguna actividad. Dicen que solo vendrán un día, pero la mayoría acaba viniendo cuatro días a la semana».
El cambio, una vez que pasan por el centro, es rotundo. Ambas ponen el ejemplo de Angustias, que llevaba cinco años encerrada en su casa con su madre y su hermana (con enfermedades mentales, al igual que ella). El psiquiatra de Angustias pidió a Mercedes ayuda, ya que no había conseguido ni escuchar su voz. El resultado fue que en un mes hablaba con todas sus compañeras, le había cambiado la vida tan solo gracias a un poco de calor y atención.
Otro caso impresionante es el de Margarita. Es una mujer fuerte y valiente de unos 65 años, a la que la vida no le ha tratado bien. Ha tenido problemas en su casa hasta el punto de que se hizo inhabitable, sufrió malos tratos físicos y psicológicos, hubo días que hasta durmió en la calle, no se aseaba y tenía la autoestima por los suelos…
De día encontraba compañía y sosiego en este centro de Cáritas y, con el paso del tiempo, consiguieron que se pudiera trasladar a una residencia de mayores, también de Cáritas. Su vida, gracias al centro, es distinta; ella misma nos dice: «no hay dinero en el mundo para pagar lo que este centro ha hecho por mí». A día de hoy se levanta a las siete de la mañana, se arregla y acude al centro, donde realiza todo tipo de actividades, aunque quizá lo más importante es que vive rodeada del cariño de sus compañeras.
Los otros grandes protagonistas de esta historia son los voluntarios. Toda esta labor se lleva a cabo a través de la participación de los voluntarios que lo hacen de forma totalmente gratuita y desinteresada. Sin ellos no sería posible.
MARÍA PELLICER GÓMEZ-HORTIGÜELA
Consultora de marketing y comunicación