El derecho a la libertad religiosa y de culto es uno de los Derechos Humanos universales, y nuestra Constitución lo contempla en su artículo 16: “Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”. La asistencia religiosa es, por tanto, un derecho de los ciudadanos, y garantizarla es un deber del estado español. En respetuosa cooperación con la idiosicrasia propia de cada religión y según sus necesidades y las de sus fieles. 

Cristo, maestro en la atención de los pobres, los enfermos y los encarcelados

Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Toda la vida de Cristo es entrega de amor y servicio a los hombres, y no es otro el camino que han de recorrer los cristianos de todas las épocas. 

"Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme." Mt 25, 35-36

"Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis." Mt 25, 40

Los cristianos anunciamos a Cristo con nuestra entrega y servicio servicio a los hombres de nuestro tiempo.

Esta realidad se ha puesto numerosas veces de manifiesto en el pontificado del papa Francisco, hondamente sensible a los pobres y necesitados. Con su ejemplo ha elevado un clamor a todos los hombres de buena voluntad a cuidar de sus prójimos. Y dentro del conjunto humano, ha centrado su atención en tres colectivos que requieren de especial misericordia: los enfermos, los pobres y los encarcelados. En este artículo nos referiremos a la atención de los enfermos y los encarcelados.

La Iglesia con los enfermos, la Iglesia en los hospitales

Los enfermos, hermanos de camino.

Nuestra Constitución recoge una afirmación tan cierta como paradójica en el artículo 15: “Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral”. Es cierto e inviolable el derecho a la vida y la integridad física y moral, tanto como es cierto que la enfermedad se presenta en el curso de la vida deteriorando -cuando menos-, la integridad física del enfermo.

Ante los enfermos tuvo Jesús misericordia. Misericordia manifestada en la escucha, la curación, la sanación moral de sus pecados, la alimentación e incluso el llanto de dolor. Dolor por un dolor ajeno que hace propio -que es la esencia de la cristiana com-pasión-. Y no frenaron su misericordia y su compasión “discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social” (art.14).

Los enfermos son hermanos de camino. Y ante ellos, el ejemplo de Cristo es universal. Un mensaje lanzado a todos, Una manera de caminar con todos.

La Iglesia es hoy, Cristo compasivo con los que sufren.

Entre los enfermos, en los hospitales, en las residencias geriátricas..., la Iglesia de Cristo es Cristo compasivo nuevamente presente entre sus hermanos. Se hace hermana de dolores y alegrías, de vencimientos y victorias. Con el carisma que el mismo Cristo le ha entregado, escucha, conforta, alivia física y moralmente, y distribuye los sacramentos de la sanación (Unción de enfermos y Reconciliación) entre quienes los solicitan. Su atención no conoce límites de raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. Y de su ejemplo y experiencia pueden servirse las diversas confesiones religiosas que hoy día coexisten en nuestro país, además de servirles de estímulo y apoyo en cuanto necesiten.

La tarea de la Iglesia en los hospitales está reconocida por el Estado español

La tarea asistencial de la Iglesia entre los enfermos y en los hospitales está reconocida por el Estado español. Este papel esencial e insustituible para con los enfermos, también en centros públicos, fue reconocido por el Estado español el 24 de julio de 1985 mediante el Acuerdo sobre asistencia religiosa católica en centros hospitalarios públicos, que garantiza el respeto al derecho constitucional a la libertad religiosa y de culto (art.16) en nuestro Estado.

Pionera en la atención de los enfermos y necesitados, la Iglesia no desea sino que todos los hombres tengan acceso a la asistencia religiosa en esos momentos de prueba. Los millares de iniciativas que ha impulsado en pro de los enfermos constituyen un poderoso estímulo para todos los creyentes y no creyentes, y de su ejemplo y experiencia pueden servirse las diversas confesiones religiosas que hoy día coexisten en nuestro país para la asistencia de sus fieles en caso de enfermedad y hospitalización.

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La tarea de la Iglesia en las cárceles, reconocida por el Estado español

También el derecho a la atención religiosa de los encarcelados viene recogido en el BOE de 14 de diciembre de 1993, en el que se publica el Acuerdo sobre asistencia religiosa católica en los Establecimientos penitenciarios, que de nuevo ha de constituirse en senda abierta para que quienes profesan otra religión reciban, a su vez, la necesaria asistencia de sus pastores.

Con las palabras “Porque estaba en la cárcel, y vinisteis a verme", nos recuerda el Maestro cuánta necesidad de acompañamiento experimentan quienes se ven alejados de los suyos temporalmente. Porque quienes han sido privados del derecho constitucional de la libertad (art.17) pueden experimentar una dura prueba difícil de sobrellevar. En estas situaciones, el acompañamiento familiar, espiritual, y de los mismos empleados de los centros penitenciarios, se ha revelado clave para la salud física, mental y espiritual del preso. Se trata no sólo de un deber moral para con los encarcelasos, sino de un deber cívico y solidario.

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Terminamos este artículo concluyendo que, en solidaridad con los necesitados, los pobres, los enfermos, los encarcelados…, todos los ciudadanos debemos velar por mantener y mejorar con cuanto está en nuestra mano su difícil situación.  

Tal vez algún día podamos agradecer que también a nosotros nos tiendan una mano amiga, una mano hermana, cuando menos lo esperamos. Cuando más lo necesitamos.

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