Según algunos publicaciones laicistas, la Iglesia recibe 4700 millones por la enseñanza concertada. Con independencia de que la cifra es la correcta o no, la realidad es que el destinatario de ese dinero no es la Iglesia sino nosotros, los ciudadanos, los padres y la educación de nuestros hijos, el derecho constitucional a ser educados según nuestras convicciones (art 27), no las del Estado. Un dinero destinado a educación y por cierto, insuficientemente dotado (el Estado se ahorra más de 2500 millones por la diferencia de coste que hay entre una plaza concertada y una plaza en un colegio). Así que, en todo caso, la financiación es inversa; son las instituciones de la Iglesia las que están financiando al Estado.
Además, se trata de un servicio, prestado fundamentalmente por las Órdenes y Congregaciones religiosas, que tiene unas características muy importantes
- Es muy demandado por los padres.
- Ofrece una alta calidad, que se demuestra año a año en las pruebas de evaluación docente.
- Es un sistema que nos resulta más barato a todos los españoles
- Es un sistema que forma en un conjunto valores que han demostrado que construyen la sociedad.
Los 2591 centros católicos disponen de 61.000 aulas donde estudian 1,5 millones de alumnos (entre os que están 71.000 alumnos extranjeros) emplean a más de 125.000 personas, destacando los 408 centros de educación especial (11.800 alumnos).
Siendo así, elegido por los padres, de calidad e incluso suponiendo un menor costes para todos, sorprende la postura de algunos de atacar sistemáticamente a esta labor. Detrás de estos ataques solo puede haber motivos ideológicos.
Previo: El patrimonio de la Iglesia y su rehabilitación
Continuación: Las otras presencias, la religión en la escuela, los capellanes y los hospitales
Charla Club S. XXI, por Fernando Giménez Barriocanal