Los instrumentos de financiación de la Iglesia Católica están sometidos de manera periódica a debate en los distintos medios de opinión pública. En unas ocasiones se reclama a la Iglesia que busque por sí misma mecanismos de “autofinanciación” renunciando a cualquier tipo de ayuda o colaboración pública. Los que así opinan pretenden basarse en la laicidad del Estado y demandan a la Iglesia capacidad de atraer y gestionar fondos por sus propios medios.
En otras ocasiones, las críticas vienen por el lado contrario. Cuando salen a la luz cifras sobre las inversiones en mercados financieros de algunas instituciones de Iglesia, se levantan voces reclamando pobreza, renuncia a las tópicas “grandes fortunas” e incluso, a la incompatibilidad ética que supone el que la Iglesia opere en mercados financieros. Al final, desde esta postura la conclusión es la misma: debe desaparecer la colaboración del Estado con la Iglesia.
En el fondo, se advierten en ambas posiciones posturas claramente preconcebidas, no basadas en juicios objetivos sino más bien, en prejuicios un tanto trasnochados. A lo largo del presente trabajo vamos a intentar exponer cuáles son las principales fuentes de financiación de la Iglesia y hasta qué punto ésta depende de la colaboración económica del Estado.
No obstante, antes de comenzar con esta temática, conviene detenerse en precisar qué entendemos por Iglesia Católica en España y cuál es su actividad, es decir, cuáles son los fines de la misma que van a determinar, en última instancia, a qué va a destinar sus recursos. Sólo desde esta perspectiva podremos entender, de manera correcta, las fuentes de financiación de la Iglesia y lo que ésta está aportando a la sociedad española.
Descargar en PDF: La financiación de la Iglesia Católica en España.