Cuando fallece un trabajador no muere un albañil, un camionero, una limpiadora; fallece Javier, Itziar, José, Niko, padre, madre, hermano, hija, amigo, vecina, compañero. Para sus familias, la vida no volverá a ser la misma. Ante este drama humano no tiene cabida la indiferencia, ni podemos achacar a la fatalidad lo sucedido.
Detrás de la siniestralidad laboral se encuentra un deficiente cumplimiento de las leyes de seguridad y salud laboral, la subcontratación salvaje, la precariedad, primar el beneficio por encima de la persona. Como nos recuerda san Juan Pablo II, «cada trabajo se mide sobre todo con el metro de la dignidad del sujeto mismo del trabajo, es decir, de la persona, del hombre que lo realiza» (LE, n.6). Justamente esta premisa es lo que nos mueve y motiva para la tarea que realizamos con el lema «Lana bizigai. El trabajo es para la vida»: es la concreción de nuestro ser y misión, desde la Pastoral Obrera y los Movimientos apostólicos HOAC y JOC.
De entre todo nuestro esfuerzo queremos destacar especialmente lo que vivimos en el curso 2009-2010. Ese año supuso un nuevo impulso y un dinamismo que hoy en día nos sigue animando. Ese año pudimos hacer entrega al Parlamento Vasco de más de 6.100 firmas; firmas que recogimos en parroquias, en nuestros barrios y pueblos, en nuestros ambientes, de manera conjunta con las diócesis de Vitoria y San Sebastián. Aquello supuso una labor de sensibilización y visibilización de esta realidad laboral que se vive de forma muy interna en cada familia. Nos impresionaron las conversaciones y los encuentros que mantuvimos con tanta gente, la sorpresa de muchas personas al descubrir una Iglesia que hace suyas las preocupaciones de los hombres y mujeres del mundo del trabajo. Además, pudimos comparecer en la Comisión de políticas sociales, trabajo e igualdad del Parlamento Vasco, donde solicitamos el reconocimiento a las víctimas y sus familias; aquello generó un debate posterior en sesión parlamentaria, y la concreción de un protocolo que cuidara la comunicación a las familias en caso de accidente.
Comunicar la Buena Noticia. Ser Iglesia. Sumar esfuerzos en la construcción de una cultura de la prevención en materia de salud y la seguridad en el trabajo. Mostrar nuestra cercanía a las familias, la oración y el recuerdo solidario. Insistir en la sensibilización a través de aulas sociales, centros de interés, el folleto Aizu!!!, la divulgación de «Diez compromisos por un trabajo sin víctimas». Realizar gestos públicos de denuncia ante la Jornada mundial para la salud y la seguridad en el trabajo (28 de abril), cada año en un lugar diferente de nuestra diócesis. La publicación del libro Trabajar por la vida, que recoge testimonios de personas afectadas. Trabajar con otras pastorales. Esto es lo que somos y esto es lo que hacemos. Porque necesitamos trabajo, pero un trabajo seguro y saludable, un trabajo decente, donde «la persona es lo primero».
MAITE VALDIVIESO PEÑA
Responsable de Pastoral Obrera
Diócesis de Bilbao