Agradecimiento y acción de gracias

† Ricardo Blázquez Pérez

Arzobispo de Valladolid

El secreto de la vida cristiana es acoger una vida que se entrega –Cuerpo entregado por vosotros– que nos per- mite entregar la nuestra –haced esto en conmemoración mía–. La vida cristiana nos hace dar la vuelta al afán de ser uno mismo, en sí mismo, para sí mismo y descubrir una vida plena y lograda en la entrega agradecida de la propia existencia, en lo que somos, tenemos y hacemos.

Formar parte de la Iglesia es vivir esta experiencia: acoger el don que se nos ofrece, compartirlo en la comunidad cristiana y entregarlo en acción de gracias.

Así, el tono vital de la Iglesia es el agradecimiento. Agradeci- miento a Dios que nos permite conocerle y entrar en diálogo con Él; a los hermanos que nos han regalado tiempo para iniciarnos en la vida cristiana y para ensayar una perma- nente fraternidad. Agradecimiento por las cualidades de unos y otros, que ponemos en la mesa común para que se trans- formen en edificio de comunión y en plataforma de misión. Formar parte de este pueblo entre los pueblos nos permite también compartir los bienes que hemos recibido de genera- ciones anteriores y aquellos que precisamos hoy al servicio de la comunión y misión.

El Día de la Iglesia Diocesana es una estupenda ocasión para dar gracias por tanto y por tantos. Por tanta relación con Dios en la oración, la celebración de los sacramentos, la escucha de la Palabra, y por tantos que nos han enseñado a orar, nos han preparado para recibir los sacramentos o los han celebra- do en nombre de Jesucristo. Por tanto tiempo entregado gratuitamente, tantas veces de manera escondida y anónima, por tantos hombres y mujeres dedicados a tareas sencillas pero de gran importancia para la vida de la iglesia. Cómo no dar gra- cias por tantos dones recibidos del Espíritu Santo a través de las cualidades o carismas de muchas personas que se han ido santificando en la entrega de lo que han recibido. Es este un día para agrade- cer tantos bienes económi- cos ofrecidos por personas familias e instituciones que hacen posible que los tem- plos estén abiertos, que dispongamos de locales y medios para poder vivir y desarrollar nuestra mi- sión como pueblo entre los pueblos.

El agradecimiento es com- pleto cuando se transforma en acción de gracias, en hechos concretos en nuestra vida que expresen el agradecimiento en la acción. Si estamos agradecidos por tanto recibido a través de tantas personas, cómo no vivir una acción de gracias que se hace oración; cómo no transformar nuestro agradecimiento en un compro- miso de compartir y entregar a otros nuestro propio tiempo, es decir, nuestra propia vida. El don recibido solo se conserva y se acrecienta cuando vive su propia lógica, la de donarse.

 

Agradecimiento y acción de gracias

† Ricardo Blázquez Pérez

Arzobispo de Valladolid

El secreto de la vida cristiana es acoger una vida que se entrega –Cuerpo entregado por vosotros– que nos per- mite entregar la nuestra –haced esto en conmemoración mía–. La vida cristiana nos hace dar la vuelta al afán de ser uno mismo, en sí mismo, para sí mismo y descubrir una vida plena y lograda en la entrega agradecida de la propia existencia, en lo que somos, tenemos y hacemos.

Formar parte de la Iglesia es vivir esta experiencia: acoger el don que se nos ofrece, compartirlo en la comunidad cristiana y entregarlo en acción de gracias.

Así, el tono vital de la Iglesia es el agradecimiento. Agradeci- miento a Dios que nos permite conocerle y entrar en diálogo con Él; a los hermanos que nos han regalado tiempo para iniciarnos en la vida cristiana y para ensayar una perma- nente fraternidad. Agradecimiento por las cualidades de unos y otros, que ponemos en la mesa común para que se trans- formen en edificio de comunión y en plataforma de misión. Formar parte de este pueblo entre los pueblos nos permite también compartir los bienes que hemos recibido de genera- ciones anteriores y aquellos que precisamos hoy al servicio de la comunión y misión.

El Día de la Iglesia Diocesana es una estupenda ocasión para dar gracias por tanto y por tantos. Por tanta relación con Dios en la oración, la celebración de los sacramentos, la escucha de la Palabra, y por tantos que nos han enseñado a orar, nos han preparado para recibir los sacramentos o los han celebra- do en nombre de Jesucristo. Por tanto tiempo entregado gratuitamente, tantas veces de manera escondida y anónima, por tantos hombres y mujeres dedicados a tareas sencillas pero de gran importancia para la vida de la iglesia. Cómo no dar gra- cias por tantos dones recibidos del Espíritu Santo a través de las cualidades o carismas de muchas personas que se han ido santificando en la entrega de lo que han recibido. Es este un día para agrade- cer tantos bienes económi- cos ofrecidos por personas familias e instituciones que hacen posible que los tem- plos estén abiertos, que dispongamos de locales y medios para poder vivir y desarrollar nuestra mi- sión como pueblo entre los pueblos.

El agradecimiento es com- pleto cuando se transforma en acción de gracias, en hechos concretos en nuestra vida que expresen el agradecimiento en la acción. Si estamos agradecidos por tanto recibido a través de tantas personas, cómo no vivir una acción de gracias que se hace oración; cómo no transformar nuestro agradecimiento en un compro- miso de compartir y entregar a otros nuestro propio tiempo, es decir, nuestra propia vida. El don recibido solo se conserva y se acrecienta cuando vive su propia lógica, la de donarse.

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